martes, 13 de diciembre de 2011

Ya se que un marinero nunca abandona su guardia, pero tenia que decirte algo y no me atrevía a decírtelo haciéndolo a la cara. Cuando leas esta carta estaré a mas de 20 millas de ti, me he ido, he cogido el barco ruso y me he largado, seguro que ahora te estarás cagando en todo, pero piénsalo un minuto, dos barcos encuentran tierra mejor que uno, aunque no voy a engañarte la razón por la que me he ido no es esa. Desde que me colé de polizón en el barco todo mi mundo se ha caído en pedazos, como un tetris gigante en el que nosotros fuéramos las piezas, cada una con una forma y color diferente, pero todas cayendo hasta que van encajando, los cuadrados en el hueco de los cuadrados, los palitos en el hueco de los palitos, todas las piezas del tetris van encajando como por arte de magia, pero aveces una pieza no encuentra su hueco y toda la partida se va a la mierda. Estoy enamorado de ti y lo único que he conseguido estando en el mismo barco que tu ha sido hacerte infeliz, nuestra historia en el barco esta engangrenada, irme es la única posibilidad que tenemos de ser felices, te mereces ser feliz. No quiero que estés triste es lo mejor que nos puede pasar, que pongamos un océano de por medio, solo quiero que sepas que encontrarte ha sido un regalo, lo mejor que me ha pasado estoy seguro que volveremos a tomarnos una cerveza tumbados en cubierta, como compañera eres una gruñona insoportable, pero como tu lo quieras llamar eres la mejor,te quiero.
Para muchos el hecho de ser como realmente somos presenta dificultades. Tenemos miedo de hacer el ridículo, o peor aún, de sentirnos rechazados. 
Por eso es que vamos a lo seguro. Inventamos los disfraces y pequeñas rutinas imperturbables detrás de las cuales nos escondemos. Jugamos a ser una persona mundana o a ser reservados, y confiamos que las fachadas que creamos nos protegerán de las miradas curiosas. Continuamos actuando así a pesar de que en verdad deseamos que aparezca alguien que no acepte nuestras mentiras. Irónicamente, esa persona que estamos tratando de ocultar es precisamente la persona que otros están buscando. El verdadero yo es mucho mejor que cualquier personalidad que podamos inventar. El verdadero amor implica no tener miedo de mostrar a los demás lo que verdaderamente somos. Al hacerlo, lo que creemos haber perdido en imagen, lo recuperamos diez veces más en confianza y respeto. Si deseamos conocer el amor en nuestra vida, debemos revelarnos como realmente somos a aquellos que mantenemos a prudente distancia o a aquellos de los que vigorosamente quisimos protegernos. En realidad, no hay nada que esconder